“CARDIOPATÍA EXPANSIVA” DEL SACERDOTE: CORAZÓN AGRANDADO

El amor ensancha el corazón para poder amar más.

Era un buen sacerdote que había servido fielmente a la Iglesia durante toda su vida. Su trabajo, además, había sido oculto, callado, silencioso.

Nadie se había dado cuenta de que llevaba cerca de sesenta años sirviendo a Dios y a los demás.

Años de alegrías, de sonrisas y de entrega; pero también años de sufrimiento, de incomprensiones y de persecución.

Había entrado al seminario después de la guerra civil española: hambre, pobreza, carencia de casi todo.

Solo una cosa sobraba: ilusión; un entusiasmo que iluminó y alimentó su vida hasta el final.

Era un sacerdote normal, como tantos otros que andan por el mundo, anónimo, sin relevancia.

Un día ingresó en el hospital. El diagnóstico médico fue como un resumen cumplido de toda una vida cumplida a la luz del amor: el problema es que se le ha dilatado el corazón (tiene “Cardiopatía expansiva).

Así fue la muerte de don Francisco, un servidor de Dios que jamás conoció el desaliento: tanto amaba que se le había ensanchado el alma.