El belén que puso Dios

Enrique Monasterio escribió un libro muy gracioso y muy sobrenatural, titulado “El belén que puso Dios”, en el que hace hablar a los distintos personajes o figuras del Belén. 


Un capítulo se titula: Las figuras torcidas. Comienza con esta anécdota del diálogo entre el sacerdote y una niña de 11 años:

 “Dios lo puede todo, ¿verdad? - Sí, claro…
- Entonces, ¿pondría crear una piedra tan pesada, tan pesada, que ni Él mismo fuese capaz de moverla?
-Ya la ha creado.
-¿Sí?...
- Claro. Tu voluntad es esa piedra.

Después relata el siguiente diálogo entre la figura del Ángel (que es el Arcángel san Gabriel) y la estrella (a la que llama “Oriente”):

- Los hombres son las únicas figurillas del Belén que Dios ama por sí mismas, las únicas también que están inacabadas. Él ha soñado con cada uno y a cada uno le ha asignado un puesto junto al establo de Jesús. Pero los ha hecho libres.
- ¿Y eso qué significa?
- Que Yahvé les ha hecho alfareros de su propio barro y quiere que terminen de modelarse a sí mismos. ¿Te has fijado que, cuando nacen, son las criaturas más indefensas del Universo? Es que están aún sin hacer y necesitan años para madurar. Pero los hombres deben formarse poco a poco, hasta llegar a ser... Lo que ellos quieran.
- ¡Ah! ¿Y Dios no les ayuda?
- Naturalmente. Y, si son sensatos, se dejarán llevar de su mano, ya que, en definitiva, Él está más empeñado que nadie en hacerlos felices. El problema es que algunos usan su libertad tan mal que acaban por destruirse. Como le ocurrió a aquel pequeño rey. Y entonces salen torcidos, grotescos: son las figuras obscuras del Belén de Dios. Aunque Yavé no pueda cambiar la voluntad de Herodes, sus planes saldrán igualmente. (...) Los Magos contaron al Rey Herodes la historia de la Estrella. (...) “Oriente” (la estrella de los Magos) no comprendía por qué, al llegar a Jerusalén, Dios le había fundido los plomos. Apagada, sin luz y sin calor, volaba a oscuras por el espacio como una estrella fantasma o como un meteorito, invisible a los ojos de los Magos, que la habían perdido a las puertas de Jerusalén. ¿Por qué no puedo volver a  brillar como antes ? Me han seguido desde tan lejos… Hemos cruzado el desierto, y no han desfallecido. Todo lo superaron porque sabían que al anochecer yo aparecería en la línea del horizonte para indicarles el camino. Sin embargo, ahora... ¿Qué pueden hacer si Dios me deja sin luz?.
- Preguntar a quien representa a Dios. Su estrella en esta etapa del viaje, debe ser el Rey de Israel.
- ¿Herodes? Cumplirá su misión, no te preocupes. Y, cuando lo haga, Yahvé te encenderá de nuevo para que guíes a tus Magos. Herodes reunió a sus sabios que le informaron de que Belén era el lugar. De nuevo ante los Magos, Herodes se deshacía en sonrisas. Traigo buenas noticias: Id a Belén. Si lo encontráis, regresad cuanto antes que yo también quiero adorarle. Cuando los Magos cruzaban la puerta de la Ciudad, Yavé encendió de nuevo su estrella. Ellos se llenaron de alegría. Al Ángel le entraron las prisas:
- Tengo que irme, Oriente. Estos tres infelices no saben lo que está maquinando Herodes. Voy a contárselo. Tu, mientras tanto, guíales hasta el Portal. Gabriel estaba serio. La estrella creyó ver en sus ojos una lágrima.
– ¿Qué te ocurre? ¿Estás triste?
- Es que el Belén de Yahvé se va a llenar de sangre. Pronto verás las primeras figurillas rotas; los más inocentes. Dios los creó para vivir, pero no puede mover la voluntad de un reyezuelo oscuro y torcido. Es una piedra demasiado pesada para el Omnipotente. Apenas se fue el Ángel, Oriente escuchó el llanto de un Niño. Descendió sobre el Portal y una escuadrilla de serafines entonaron el primer villancico, con letra y música de Yahvé ...