Mensaje del Santo Padre Francisco para la Cuaresma 2016

El 10 de febrero, con el Miércoles de ceniza, comenzaremos el tiempo de la Cuaresma. Con este motivo hacemos un extracto del Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2016. Es una invitación a leerlo íntegro.        

Este Mensaje comienza diciendo: En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17).   

El Mensaje tiene tres partes: 1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada  2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia  3. Las obras de misericordia        

Vamos a recoger algunos párrafos del apartado de Las obras de misericordia:        

“La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales.        

Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina».      

En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga... para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado». Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente; más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.