ORACIÓN DE CUARESMA

Jesús. Un año más me invitas a recorrer el camino hacia la Pascua. Soy consciente de que, tal vez, me encuentres con las mismas dudas e inquietudes que el año pasado. Jesús. Perdóname, porque muchas veces pretendo orar y siempre encuentro mil excusas. Sin embargo, tú, Jesús, siempre estás allí, a mi lado; sales a mi encuentro cuando estoy decaído y por eso quiero recuperar las ganas de estar junto a ti. Jesús.

Cuando caminas cansado y agotado hacia el Gólgota me haces ver que la vida es maravillosa, porque igual que tú, cuando uno se ofrece para llevar la felicidad a los demás, a los despreciados, a los que nadie quiere, a los enfermos, se da cuenta que a tu lado la vida tiene otro sentido.

Por eso, Jesús, ayúdame: para que tu palabra no sobre en mi mochila; para que pueda conocerte mejor; para que si hago ayuno lo haga sin ruido; para que mi caridad florezca con sencillez; que mi oración brote como un rayo de sol entre las nubes, y sobre todo, que nunca deje de buscarte.

Jesús. Ayúdame también, para que este tiempo de Cuaresma sea un oasis de meditación y de paz; de pensar en las veces que me he olvidado de ti mientras tú sufrías y morías por cada uno de nosotros. Nada más y nada menos que por amor. Jesús. Ya sé que quieres que te mire a los ojos y así pueda descubrir que merece la pena seguirte. Por todo eso, Jesús, ayúdame.

“En este tiempo recibimos siempre una fuerte llamada a la conversión: el cristiano está llamado a volver a Dios «de todo corazón» (Jl 2,12), a no contentarse con una vida mediocre, sino a crecer en la amistad con el Señor. Jesús es el amigo fiel que nunca nos abandona, porque incluso cuando pecamos espera pacientemente que volvamos a él y, con esta espera, manifiesta su voluntad de perdonar (Papa Francisco)”.